¿Qué es la oruga procesionaria?

Estamos seguros de que habréis escuchado hablar de la Thaumetopoea pityocampa, más conocida como la oruga procesionaria del pino. Actualmente, nos encontramos con una problemática real en los bosques mediterráneos, sobre todo en los bosques de pinos. Pero también podemos encontrar plagas en los parques, zonas rurales o en nuestros jardines; si hay pinos, abetos o cedros.

 

 

Esta oruga, adopta el nombre de procesionaria porque cuando los insectos rompen la bolsa en la que hacen el nido, caen o bajan hacia el suelo y se entierran para completar su metamorfosis; acabando el ciclo convirtiéndose en una mariposa. Este camino hacia su entierro lo hacen las unas seguidas de las otras, creando con un largo desfile que se asimila a una procesión religiosa.

 

La procesionaria, con su cuerpo cubierto de pelos, es muy peligrosa para los humanos y para los animales domésticos porque es muy urticante. No es necesario el contacto directo con el insecto, puesto que cuando se sienten amenazadas pueden llegar a lanzar sus pelos al aire generando irritaciones y alergias. En los humanos, nos irritaría los ojos, la boca, la garganta y la nariz. En el caso de los niños, las consecuencias se agravan, provocando reacciones alérgicas muy fuertes fruto de su curiosidad por tocar a estos insectos. A los animales de compañía también les pueden llegar a producir fuertes lesiones; si no se acude con rapidez al veterinario podría, incluso, acabar con la vida del perro o del gato en cuestión.

 

 

Las orugas ponen los huevos sobre las ramas de los pinos, de los abetos o de los cedros, para que cuando nazcan las orugas se alimenten de los brotes jóvenes de sus hojas (acículas), lo que debilita a los árboles y posteriormente los hace ser especialmente vulnerables a otras plagas. 

 

 

 

El ciclo vital de las orugas procesionarias es anual y empieza con la puesta de los huevos a principios del verano. Después de 30 o 40 días, normalmente en el mes de septiembre, nacen las orugas y empiezan su proceso de crecimiento (pasan por cinco fases larvarias).

 

Es precisamente entre el primero y el segundo estadio de crecimiento de las larvas, cuando es más óptimo realizar tratamientos fitosanitarios mediante la pulverización de la copa del árbol para eliminar la plaga. Estos tratamientos interrumpen el crecimiento de las orugas de manera selectiva, lo que permite no afectar al resto de la fauna que habita en el árbol. Pero aún así, si las orugas se encuentran en otro punto de su crecimiento mayor, es de vital importancia realizar un tratamiento fitosanitario para exterminar la plaga y que no pase a otros árboles.